(Los audios en lengua Catalana son traducidos progresivamente al idioma Español)

sábado, 24 de marzo de 2018

VBA. Conversaciones esotéricas en Argentina ! (25)





Vicente Beltrán Anglada en Argentina



AUDITORIO DEL CIRCULO MEDICO ‑ 3/11/85 - Posadas



La vida en el ser humano se hace potentemente activa en la medida que va comprendiendo el exacto cumplimiento de la Ley. Todos estamos persuadidos, de alguna manera, en que el mundo ha de ser transformado porque realmente las condiciones ambientales, los sistemas que gobiernan al mundo, no han cumplido adecuadamente su misión. En vista de ello hemos comprendido que lo único que puede salvar a la Humanidad es la comprensión del hombre, es que el hombre  comprenda exactamente su situación dentro del ámbito social y darse cuenta –de una manera completa y total, de que él es el responsable de todas las ocurrencias que tienen lugar en el mundo en forma de acontecimientos. El hombre es el acontecimiento. Los acontecimientos son solamente el rastro que deja el hombre en la historia del mundo. Siendo así, habrá que preguntarse más de una vez, ¿en qué manera contribuyo yo a esta gran exaltación del sufrimiento humano que estamos percibiendo por doquier? Pues, evidentemente, el mundo está sufriendo intensamente toda clase de crisis, unas crisis que han sido impuestas en virtud de las leyes soberanas de la evolución y también, ¿por qué no decirlo? Porque el hombre se va haciendo constantemente invocativo y por tanto se convierte –dentro de la esfera social en donde vive y haga su ser, completo y absoluto, con resolución de sus actividades— en una tremenda fuerza que tiene que impulsarlo más allá de sí mismo.

Voy a hablarles entonces más allá de ustedes mismos pues evidentemente, el hombre ha sufrido desde luengas edades este tremendo poder cristalizador de las tendencias ancestrales. Se ha convertido en un esclavo de la tradición y entre él y la verdad ha situado un muro de incomprensión y por tanto su vida ha dejado de ser realmente invocativa tal como debía ser.

Lo que sucede actualmente, la persona analítica, la persona inteligente y de buena voluntad se da cuenta exactamente de que todo cuanto sucede en el mundo viene por una proyección de energía que él mismo ha ido invo­cando de una manera desordenada y quizás inconscientemente, pero las ener­gías están ahí y hay que tratar de canalizarlas lo más correctamente que sea posible.

Jamás en la historia del mundo ha habido tal profusión de grupos, de una u otra tendencia, que busquen la verdad, la verdad en sí misma y no simplemente una arquitectura más o menos afín con sus creencias que se han convertido realmente en este muro que lo separa de la verdad.

¿Qué es exactamente la verdad? La verdad son ustedes mismos, igual que la vida, igual que el poder de razonar, el poder de intuir, el poder de vivir dentro de los esquemas que nosotros mismos hemos creado. Así pues lo más interesante del gran movimiento espiritual de nuestra época está en estos grupos de participación activa en los misterios íntimos de la vida o, si ustedes lo prefieren, de la divinidad. Es así que las estructuras organiza­das que durante un gran pasado, un pasado muy lejano, imprimieron su im­pronta en la conciencia de los seres humanos se va haciendo cada vez más débil y las personas inteligentes dejan de pertenecer a estas estructuras que son adherencias al tiempo y se están convirtiendo progresivamente en individualidades libres, con una conciencia propia y sin el temor del mañana, el temor que nos ha legado la tradición, consiguientemente la tradición con su sistema de recuerdos encadenados nos ha situado frente a nosotros mismos de una manera irreal; no tenemos una idea real de quienes somos, ni de dónde procedemos, ni adónde nos dirigimos; somos personas que estamos sabiendo recién ahora de la prehistoria espiritual, hay que ser muy honestos y reconocerlo así y reconocer por tanto que existen dentro de esta Nueva Era unas oportunidades magníficas para todos, que podríamos utilizar de una manera correcta, libre y ordenada. Advertirles a ustedes que somos unos esclavos de la tradición o unos residuos permanentes del pasado no es expli­car algo que pertenezca a un misterio, todos sabemos esto debido a que tenemos el poder de recordar los hechos; así de una manera inconsciente hemos ido acumulando recuerdos sobre recuerdos sobre nuestra conciencia y este es nuestro yo, un manojo de recuerdos, de sistemas tradicionales, de códigos genéticos incomprendidos, de códigos morales que no hemos sabido interpretar. Y esto ha producido roces dentro del ambiente social que nos rodea, por esas inmensas crisis y dificultades que todos sufrimos en una parte o en otra de nuestro ser psicológico.

Yo afirmo que nosotros utilizando el poder de la comprensión podemos des­truir estos muros que nos separan de la Verdad y ver la Verdad en sí misma, para darnos cuenta entonces, de que la verdad somos nosotros y no la estruc­tura dentro de la cual habíamos vivido hasta acá creyendo que esto era lo más sagrado de la existencia; lo más sagrado es el Yo, pues el Yo es la representación de lo divino, somos hechos a su imagen y semejanza, enton­ces si todos estamos de acuerdo en esta cuestión, por qué creamos estructuras, estructuras rígidas que nos condicionan, que nos van introduciendo lenta pero inexorablemente dentro de los cánones irresistibles del tiempo y ahí si lo examinamos, somos esclavos del tiempo y el tiempo es nuestra obra, nosotros somos el tiempo pero, al propio tiempo, somos la divinidad que puede triunfar del tiempo. Sucede entonces que en nosotros hay una cruenta lucha constante entre la figuración histórica que nos caracteriza como hijos del tiempo y la Verdad única divina que somos nosotros en esencia. Si reconocemos esta sencilla verdad: ¿cuál tendría que ser nuestra actitud?, ¿crear nuevos códigos de justicia, de moral, de ética o situarnos dentro de nosotros mismos y ver la propia realidad?

Este es el tremendo dilema de nuestra época: ¿podrá el ser humano triun­far de sí mismo venciendo el imperio de las estructuras que él mismo ha construido? ¿Podrá destruir los muros de separatividad que le separan de sí mismo y de los demás? ¿Podemos vivir ausentes de prejuicios, de sistemas educativos que nos hacen competitivos con respecto a los demás? ¿O vamos a triunfar definitivamente de nosotros mismos? Escogiendo claramente el camino de nuestra vida, no el impuesto por la estructura sino aquel que gobierna desde adentro la vida de nuestro ser.

En base a esta pequeña intro­ducción, contestaré muy gustoso todas sus preguntas porque de esta manera extenderemos todo este proceso que va del yo temporal al Yo eterno, que va del conflicto a la paz, al equilibrio, que va del razonamiento siempre cambiante de la mente humana hasta el triunfo de la evolución interna que se manifiesta en forma de intuición.

Vamos a crear pues un grupo intuitivo y podríamos empezar ahora, si ustedes son invocativos en sus preguntas, yo seré evocativo en mis respuestas y todos participaremos conjuntamente de esta verdad que está más allá del tiempo.

Mientras ustedes se deciden voy a continuar. Ayer traté una pregunta a un público, también muy selecto, como son ustedes, ¿por qué han venido aquí?, ¿Cuáles son los móviles íntimos para comprender estas motivaciones del estar aquí y ahora? Pues esto es un resultado de la motivación y ¿cuál será entonces esta motivación?, ¿Se dan cuenta? Tienen que darse cuenta de esta motivación, si no se dan cuenta de esta motivación, ustedes no podrán comprender la vida ni sus misterios, no podrán descubrir la verdad que son ustedes mismos. Si yo pudiera afirmarles y seguramente ustedes desde el fondo de su corazón lo asentirán: están aquí porque no están en manera alguna conformes con lo que hasta aquí han vivido, porque ustedes sufren, están atravesando crisis y dificultades, esta es la herencia kármica de toda la humanidad. Pero la respuesta es muy honda: ¿por qué estamos aquí ustedes y yo? No será para jugar con palabras sino para tratar de experimentar conjuntamente una realidad que somos todos nosotros.

Se nos hacen afirmaciones religiosas diciendo que Dios está en nosotros y que nosotros somos Dios y que somos hechos a Su imagen y semejanza, entonces: ¿Por qué buscamos fuera aquello que tenemos dentro? La resolución del estar aquí y ahora es esta la respuesta, precisamente que ustedes no están conformes con aquello que ustedes mismos están viviendo en la actualidad, son más que todo esto que está sucediendo. Ustedes son los creadores del tiempo con todo lo que el tiempo trae consigo: los acontecimientos, los hechos, las difi­cultades, las crisis psicológicas y esto se puede aplicar a cuanto ocurre en la nación, ya sea la gran nación Argentina, ya sea cualquier otra nación. ¿Por qué existen crisis en las naciones sino es porque existen crisis en la vida de los seres humanos que constituyen el núcleo de la nación?. Que ustedes hayan votado, esto naturalmente se refleja como conciencia ciudada­na. Pero yo hablo de un mundo dentro del cual no existen elecciones, donde la suprema Ley de lo eterno guía todas nuestras elecciones. Ustedes están siem­pre, como yo, como todo el mundo, sujetos al gran conflicto de decidir, o sea, de elegir entre varias razones, entre varios partidos, entre varios cauces de orden social, ¿verdad? ¿No será que están ustedes aquí para llegar un día a liberarse de esta condición coercitiva de tener que decidir? Es decir, decidir entre una o varias razones, pero naturalmente si yo les hablo a uste­des de la razón única, lógicamente les estoy hablando de un estado de conciencia que está libre del conflicto de elegir entre una cosa y otra. ¿Qué es exactamente el libre albedrío o la capacidad de decidir más o menos libre­mente sino la capacidad de equivocarnos constantemente? Esto es el libre albedrío. Eso trato de decirles en todas las conferencias y charlas que estoy sosteniendo no sólo aquí sino en todos los países que he visitado; porque esencialmente si el hombre es Dios no podemos decir que Dios está sujeto al conflicto de tener que decidir entre el bien y el mal, siendo Él el Bien Supremo, ¿se dan cuenta de la situación? Están aquí y ahora para com­prender esto, seguramente Dios en nosotros, o Cristo en ti esperanza de gloria, son palabras muy bonitas ¿verdad?, pero, ¿qué hacemos con palabras? Mientras aceptamos la idea de conceptos tradicionales y quizás luchemos a través de esos conceptos tradicionales con otros conceptos tradicionales que buscan exactamente lo mismo que nosotros. 

¿Qué sucede entonces? Que la lucha religiosa, la lucha política, la lucha sea cual fuere su origen y su significado es falsa, una división es falsa, en cierta manera es falsa y la capacidad, de elegir es falsa, porque es la facultad que tiene el hombre de equivocarse. Pero, ¿qué sucederá si enfrentamos una situación tan directa­mente que dentro de la profundidad de esta observación nos damos cuenta de que aquello que observamos somos nosotros mismos? Barremos el espacio entre nosotros y qué sucede, que nos damos cuenta que todos somos lo mismo y que solamente la estructuración de nuestra mente, el concepto arcaico que hemos ido alimentando a través del tiempo, que las luchas y los conflic­tos se han convertido única y exclusivamente en motivaciones absurdas que nos separan los unos de los otros. Tiene que haber forzosamente, si somos dioses, - tal como aseguran todas las religiones- un camino directo, sin inter­mediarios, sin salvadores, nosotros somos el salvador. Si viene algún instruc­tor espiritual de categoría espiritual realmente suprema, solamente nos enseñará un camino y nosotros somos los que debemos recorrerlo, los ángeles no nos ayudan en el sentido que creemos sino que ayudan a la persona que está trabajando intensamente, esta es otra de las grandes verdades que tra­tamos de dilucidar aquí y así progresivamente nos vamos dando cuenta de que es fácil liberarse de la estructura si nos damos cuenta exactamente de que estamos presos dentro de esta estructura. Dentro de una estructura es como el pájaro dentro de la jaula, que estará seguro dando vueltas dentro de la jaula, de la estructura que lo limita, pero por grande que sea la jaula el pájaro siempre está preso, ¿verdad? Que no se trata entonces de una estructura pequeña o grande, se trata simplemente de lo que es exactamente una estructura. Entonces, si toda estructura es condicionante: ¿por qué esta­mos constantemente creando estructuras? o bien, el gran dilema, ¿podernos estar dentro de una estructura cualquiera y ser tan inteligentes dentro de la estructura que no nos sintamos condicionados por esta estructura? Esta es la razón suprema de la vida pues siempre viene la realidad a confirmar el hecho de que Dios y nosotros somos una sola cosa, somos la esencia, espiritual, desconocida, infinita, Dios es extenso en su manifestación, el hom­bre es más limitado en su extensión en el tiempo pero sometido a la acción inteli­gente de la esencia, el Yo espiritual, el Yo único, Dios en nosotros. Esta es la gran realidad que tratamos de dilucidar aquí. Si nos damos cuenta de esta situación automáticamente surgirá dentro de la conciencia una nueva ética social, una sociedad libre de estructura, sería reconciliar  a la mayoría ya, pero no podemos tomar toda una nación como estructura y hacerla reducir a nuestros conceptos por buenos que sean, sino que tendremos que encon­trarnos a nosotros mismos de una manera libre y desapasionada, liberarnos de las estructuras que nosotros mismos hemos construido dentro de la conciencia, entonces veremos que por acumulación de energía libre nos convertire­mos en la propia sociedad que estamos buscando. La nación siempre es el reflejo de nosotros mismos, no es algo que se crea al azar o por destino más o menos divino; somos nosotros los creadores de la sociedad.

Pregunta: Efectivamente pienso que la mayoría y quizás todos  los que esta­mos aquí, hemos venido con la misma intención, una intención de caminar hacia nuestro Yo superior, encontrarnos con el, todos nosotros de algún modo buscamos liberarnos de las estructuras creadas no solamente por nosotros sino por aquellos que nos antecedieron y que indudablemente nos sirven de una tremenda carga. Ahora bien, todos nosotros de diferente formación, pertenecientes como dijo usted a diferentes partidos, incluso religiones, estamos aquí, todos queremos avanzar, unos tienen el camino mucho más claro a través de lectura o experiencia, otros empiezan a enfrentarse consigo mismo. Ahora bien justa­mente a eso va centrada mi pregunta: ¿Ese encuentro consigo mismo, esa tremenda experiencia de liberación siempre es difícil?.

Respuesta: Naturalmente que así ha de ser. El paso que va de lo temporal a lo eterno es un vacío muy difícil de formar; hay que crear un puente que vaya desde nuestros deseos inmediatos hasta esta meta que todos anhela­mos. ¿Qué hay que entender por comprensión de uno mismo? No podemos comprendernos espiritualmente sin destruir antes, o controlar antes, las estructuras que hemos construido. Primera estructura: Nuestra mente. La mente es una creación del hombre para pensar y después el cuerpo emocional, nuestras emociones que también hemos creado nosotros por nuestro deseo de vivir y de ser en el tiempo. Y después como resultado de esta dualidad el cuerpo físico que responde automáticamente a las influencias de la mente y de la emoción, pero, ¿comprendemos exactamente el valor de esta afirmación?  ¿de que nosotros hemos creado nuestros vehículos de expresión y que por lo tanto son tres estructuras con las cuales debemos enfrentarnos, para controlarlas, para comprenderlas exactamente. Entonces tenemos que saber exactamente, ¿qué es la mente? ¿Cómo se ha ido creando la mente? ¿Qué es la emoción? ¿Qué es el deseo? y ¿Qué es la actividad física? Simplemente formas de energía. Formas de energía que son modificaciones en ciernes de la energía única que es el Yo espiritual, el Yo divino, en el proceso está sin duda en cómo nosotros podemos comprender que no somos las estructuras, sino somos los creadores de las estructuras. Cuando el constructor se da cuenta de que está encerrado dentro de la condición, de la estructura, entonces viene una revolución interna, entonces viene el principio de la comprensión, la comprensión de que la mente no es otra cosa que una expresión del Yo espiritual, que trata de manifestarse en forma de pensamientos; lo mismo sucede cuan­do se trata del cuerpo de los deseos. ¿Sabemos exactamente lo que es el deseo? El deseo es siempre una cristalización del deseo de la vida para manifestarse y provee desde siempre a la entidad espiritual, la necesidad de manifestarse en el tiempo. Somos seres humanos, significa que tenemos autoconciencia, a diferencia de los demás reinos de la naturaleza sub-huma­nos que solamente tienen conciencia y a veces sólo sensibilidad. Pues bien, si nos damos cuenta de que no somos el pensamiento, de que no somos el deseo, ni somos el cuerpo, entonces la pregunta irá siempre hacia Dios, a su imagen y semejanza, pues un rayo de sol contiene en esencia la totalidad del sol. El sol no ha crecido mas que sus rayos, pero el sol con todo su esplen­dor es sólo un rayo de otro sistema cósmico, por lo tanto hay siempre esta analogía y Dios también tendrá que trabajar seguramente, en el sentido humano, aunque en esferas inaccesibles a nuestro entendimiento humano. Pero, si ustedes se dan cuenta de que están pensando, es que ustedes no son el pensa­miento. ¿Se dan cuenta que piensan verdad?, si no se diesen cuenta sí que sería el pensamiento la realidad en ustedes, si ustedes se dan cuenta de que de­sean y que luchan con sus deseos, es que ustedes no son los deseos, lo mismo con las actividades físicas, ustedes no son las actividades físicas. 

El Yo trata de manifestarse a través de ciertos ideales, pues bien, el principio de la comprensión de la estructura está aquí dándose cuenta de que las reacciones de la estructura no son más que, resistencia al yo espiritual, que nosotros hemos creado los cuerpos y que estos cuerpos, sin que nos demos cuenta, nos están condicionando. ¿Por qué? Porque cada cuerpo tiene su propia con­ciencia y hay una conciencia mental, una conciencia emocional y una conciencia física que ustedes utilizan para manifestarse, pero que existe una profundidad misteriosa de vida más allá de las estructuras y es de esto que estoy tratando de que ustedes vean claro. Seguramente que algunos de ustedes o muchos de ustedes saben ya el misterio de la estructura, el misterio del Yo espiritual, pero conviene recordarlo constantemente, porque saber que una cosa o conocer de una cosa, no es realizar aquella cosa, simplemente es un juicio mental y no una experien­cia vívida dentro del corazón. ¿Qué es lo que hay que hacer? No podremos comprendernos a nosotros mismos sin aislarnos por completo de la estructura que hemos creado. Quizás pudiésemos analizar cómo ha sido creada esa estructura. La estructura se inclina por la necesidad de manifestación, el hombre tiene necesidad de pensar para poder expresar el pensamiento de Dios a través de su pequeña mente, entonces crea una estructura que llama­mos cuerpo mental; la vida de Dios en nosotros en su intento de manifestarse se manifiesta en nosotros como deseo, el deseo de ser, el deseo de realizar, el deseo de comprender, el deseo de todo cuanto nos rodea y naturalmente, cuando el deseo se ha incrustado en cosas más allá de sus condiciones y en el cuerpo físico sucede lo mismo, tenemos un mecanismo altamente especializado que fue creado por imposición divina para manifestar el espíritu del hombre y tenemos así que el cuerpo condiciona a la mente, condiciona al deseo y finalmente aísla la mente, el deseo y el cuerpo de Dios, me refiero a esto cuando hablo de la estructura una. Si nos condicionan las estructuras: ¿Cómo no nos va a condicionar el ambiente social donde vivimos? ¿Cómo no va a condicionarnos el inconsciente colectivo de la raza? ¿Cómo no va a condicionarnos todo recuerdo que provenga del pasado? Bien, ahí está el tremendo desafío de esta época. ¿Podemos ver esta realidad en sí misma, sin intermediarios, sin que la mente anteponga la estructura ante la realidad que somos nosotros? Este es el desafío de nuestra conciencia.

Pregunta: ¿Hay una verdad o muchas verdades?

Respuesta: Sólo existe una Verdad pero existen muchas formas de expresión de esta Verdad. Sólo que nosotros Somos la Verdad, somos Dios, pero ¿Por qué nos manifestamos tan distintamente? Porque de la gran Verdad hemos escogi­do un pequeño núcleo y esto es una verdad, no la Verdad. Entonces la lucha que sostiene la Humanidad en sí misma y con todos los demás es el triunfo de una verdad sobre la Verdad.

La Verdad única no tiene problema porque no tiene separatividad, pero cada cual está afincado en su pequeña verdad y a través de esta verdad se crea una estructura, ¿verdad? y a través de esta pequeña estructura de ver­dad que hemos creado estamos creando un conflicto social, pero sólo existe una Verdad: Dios en nosotros. La limitación entre lo inmanente y lo trascendente, lo inmanente es la pequeña verdad, lo trascendente es la Gran Verdad, entonces volvemos a lo mismo, si estamos tratando de descubrir la verdad a través de las estructuras nos daremos cuenta que el principio de despersona­lización será el principio del descubrimiento de la Verdad más allá de la estructura que creó una verdad.

Pregunta: Según esto ¿Los hombres son iguales o son diversos?.

Respuesta: En esencia somos iguales, pero en la manifestación distintos. Esto es evidente. Cuando les preguntaba ¿por qué están ustedes aquí?, segura­mente que todos buscan la verdad que son; pero, cada uno de ustedes tiene una forma específica de buscar esta verdad. Las creencias, las estructuras, la fe en lo eterno, lo que sea, ha creado un campo de división y un campo de unidad, porque la realidad es una, y la manifestación es múltiple, enton­ces la unidad no es estar juntos acá, ¿verdad? Podemos estar juntos aquí todos y no estar unidos, yo les hablo de la unidad y no el de estar juntos, estructurados, uniformemente regidos, porque esto sería traicionar la verdad, pero ya ustedes tienen la singularidad específica y a través de esta singularidad específica ustedes van mani­festando el Dios Interno. Lo interesante es que se comprenda la base esencial que todos somos hijos del mismo Propósito Divino; y que los caminos no tienen mucha importancia, si nos damos cuenta de esta verdad porque no lucharemos los unos contra los otros sabiendo que Dios es Unidad y que nosotros trata­mos de aproximarnos a Él en virtud de la ley de semejanza.

Pregunta: ¿Cómo compaginar esta diversidad en una Unidad, dado que la convivencia social se basa en esta diversificación de verdad en una convivencia unitaria?

Respuesta: La sociedad se basa en la diversificación de los seres humanos, cuando los seres humanos están luchando, están empequeñeciendo su Yo espiritual, están creando estructuras rígidas que no dejan que el poder espiri­tual penetre dentro de esa estructura. Entonces lo principal es “darnos cuenta”, darnos cuenta de la situación y ver que la sociedad, el país, el gobierno, la política, la economía, la religión y todo cuanto constituye una estructura - más o menos densa o más o menos sutil - es nuestra propia creación porque depende de cómo nosotros estamos manifestando la Ley de Dios en nuestra vida, cómo nos conformamos de acuerdo con esta Ley de Fraternidad, cómo nos estamos constantemente traicionando, cómo estamos siguiendo principios éticos equivo­cados por imposición moral, religiosa o mística, es decir, que si nos damos cuenta de esta situación automáticamente vendrá una etapa de conversión que hará que nos vayamos volviendo vulnerables a la vida y no indiferentes o competitivos o separatistas.

Pregunta: Usted habló de energía. ¿Esta energía en nuestro plano tridimensional puede ser positiva y negativa o simplemente es la misma energía puesta al servicio del bien y del mal?

Respuesta: La energía es neutra, la energía de Dios al manifestarse en la diversidad crea dos amplias vertientes: el bien y el mal, el bien y el mal no es de Dios, es que el hombre ha diversificado la energía única de la Unidad y decimos bien a aquello que aparentemente sirve para un cauce social correcto y decimos mal a aquello que es lo opuesto, que es falso; y todos estamos sujetos –como les decía anteriormente— al conflicto de la elección entre el bien y el mal. No estamos tan apercibidos del descubrimiento de la Ver­dad que no tiene principio de elección, sino que estamos entablando una batalla constante por efecto de este libre albedrío que nos otorga la divini­dad y que se manifiesta por la capacidad de decidir, pero claro, ¿y qué decidi­mos y cómo decidimos?.

Decidimos en las cosas y en las personas, decidimos en el bien y en el mal. ¿Cómo decidimos? A veces inconscientemente, nos equivocamos mu­cho. Pero existe un momento en la vida del hombre sin que se dé cuenta de que existe realmente un estado de conciencia que está mas allá del conflicto de la elección, entonces descubre el Yo espiritual, el Yo interno. Paradójicamen­te, os ruego que examinen bien esta idea, cuando el hombre no tiene el libre albedrío es cuando elige realmente bien porque existe una división entre el libre albedrío humano y la Voluntad de Dios. Cuando el libre albedrío ha sido reducido a cero viene entonces la Voluntad de Dios y Dios no puede equivocarse, no está sujeto al conflicto de decidir entre el bien y el mal, es el Bien Supremo, por lo tanto está más allá. El proceso  pues está, primero, en la correcta elección de las cosas y de las situaciones, pero el segundo gran estadio tiene que ver con la elección correcta, no elegimos entre un no y  un si, entre unidad o diversidad, sino en aquel estado de conciencia que hace que el hombre elija libremente y siempre con plenitud, con orden, equilibrio y seguridad cuando está entablando un dilema que no existe.

La vida se convierte entonces en la vida suprema del hombre, no la mente discernitiva, no la mente que está tratando siempre de tratar corregir, de controlar, de apiadarse de sí mismo, o bien de aplaudirse su versión; es la realidad mística la que está en juego, nosotros, el Yo, al ser que está más allá del conflicto del tiempo.

Pregunta: Si el hombre participa de la divinidad, quiere decir que es bueno por naturaleza. Ahora, si es bueno por naturaleza, ¿por qué existe la maldad?

Respuesta: El hombre es esencialmente Dios, pero usted sabe que Dios le otorga al hombre el libre albedrío, es el libre albedrío el que se equivoca, no la Voluntad de Dios. Estamos siguiendo un proceso idéntico al principio de la charla, estamos siguiendo un movimiento distinto al de la propia divini­dad y seguramente que Dios sabía exactamente lo que se hacía cuando al hombre le otorgó el principio del libre albedrío, porque entonces sabía que muchas veces el libre albedrío del hombre se rebelaría contra su propia Voluntad, pero él había decidido crear el reino humano y lo creó. Y el reino humano está en plena evolución, por lo tanto tendrá que venir el momento en el que la vida del hombre se haga tan potentemente invocativa que realmente haga posible que la Voluntad de Dios, la Voluntad Suprema pueda manifestarse a través de un ser humano que se ha liberado completamente de la elección del bien y del mal. No se trata que sea el Bien Supremo. Si cuando ha dado al hombre la oportunidad de manifestarse, lo ha hecho según el hombre, no según Dios, para que el hombre tenga la facultad de equivocarse, tenga la facultad de errar, esta facultad que tiene el hombre de errar a veces y de equivocarse otras porque así va creando un campo de experiencia, es el campo de experiencia lo que busca Dios en nosotros y finalmente, a medi­da que avance la evolución, se convertirá precisamente en la Voluntad de Dios, no existirá ningún elemento de discordia o de separatividad entre Dios y el hombre, sino que Dios y el hombre serán la misma cosa.

Pregunta: Sabe que he tratado de seguirlo y  confieso  que  me cuesta mucho a veces entrar en un mundo al que evidentemente no estoy acostumbrado, porque tengo la mala costumbre tal vez de ejemplificar demasiado. Entonces, los conceptos abstrac­tos me cuestan seguirlos y me cuesta mirarlos. Pienso, si usted tal vez es tan amable y por ahí puede ejemplificarnos, tal vez geográficamente algunas cosas, o si nos puede definir un poco qué es este mundo en este momento, si somos una especie de un gran laboratorio de pruebas de alguien, de ese Ser Supre­mo, Suprema Inteligencia. Le explico y al auditorio también, mi vergüenza por ser de un análisis muy simplista: ¿Qué pasa después de la muerte? En un mundo en que todos nos planteamos, todos los días sabemos, existen claras divisiones, que permanentemente  la cantidad de habitantes va aumentando, que en el mundo de países subdesarrollados con mucho mayor índice de natalidad aumenta proporcionalmente más que el otro mundo y estas cosas. Es decir, volviendo a mi pregunta acerca de un concepto de ejemplificación tal vez  un poco más pequeñito, le pediría menos general, de la cosa.

Respuesta: Lo siento pero realmente el mensaje que trato de transmitir es general. El problema del hombre es el problema de resolver el misterio de su propia vida. ¿Cómo y de qué manera estamos manifestando este Propósito? Es algo tan claro y tan sencillo que todo el mundo puede darse cuenta. A ustedes podría hablarles de situaciones cósmicas que quizá sería dar una complejidad demasiado grande a este aspecto sencillo que trato de dar en mis charlas ¿Cuándo el hombre es sencillo? ¿Cuándo realmente la persona está de acuerdo con sí mismo y por lo tanto con la Ley de Dios? Cuando está observándose muy atentamente? No cuando está mirando el espacio, se puede decir, de una manera distraída como solemos hacerlo. Las preguntas que nos hacemos individualmente pueden ser el resultado de que no hemos podido dar todavía seguridad a nuestra vida, esta seguridad que perseguimos y que no hallamos hace que nos preguntemos el misterio de la muerte. Bus­camos el misterio de la muerte no como una comprensión sino como una evasiva al tremendo dilema de la vida. Es evidente que todos estamos intere­sados en descubrir un gran misterio, el misterio de la muerte es el misterio de la vida, es sencillo de comprender, porque existen dos razones: el nacimiento y la muerte, pero en el centro del nacimiento y la muerte, la vida triunfa siempre, entonces la muerte es sólo una expresión de la vida en otro nivel; y naturalmente, ¿cómo vamos a ser conscientes en aquel nivel?, sien­do conscientes de las estructuras, pues cada estructura corresponde a una dimensión del espacio. Y la muerte –técnicamente descripta— es un fenómeno de la cuarta dimensión, aunque se está realizando en la tercera dimensión. Muere el cuerpo físico, ¿verdad? tercera dimensión, pero aquella chispa a la que hacemos referencia está perdida constantemente y va pasando a través de las dimensiones hasta hallar aquella suprema dimensión dentro de la cual encuentra una “estabilidad”, vamos a definirlo así; pero claro entonces sucede que la persona se pregunta: - Bueno. ¿Y qué ocurre después? - Porque naturalmen­te el hombre siempre está preguntando y "Llamad y se os abrirá. Pedid y se os dará". ¿Qué ocurre después de la muerte? Es un fenómeno de vida, sólo que la vida tiene tantas dimensionalidades que solamente hay que darse cuenta de la dificultad de los científicos para penetrar en la cuarta dimen­sión, y sin embargo, cada noche al acostarnos y al dormirnos pasamos a la cuarta dimensión, que seamos conscientes o no, no es materia ahora para discu­tirlo, sino que entramos en otra dimensionalidad. ¿Por qué no somos conscientes de la cuarta dimensión? ¿Por qué no sabemos exactamente lo que ocurre después del fenómeno de la muerte? Porque todavía no hemos desarrollado convenientemente la estructura astral, el cuerpo astral al cual hacía referencia. Todo se encadena, ¿eh? Es el perro que se muerde Ia cola.

La estructura es perfecta cuando está construida exactamente.

El cuerpo físico está completamente construido, por más que evolucione el ser humano no variará su estructura, pero el cuerpo astral está a medio hacer y como está a medio hacer no podemos tener una conciencia estructural en el plano astral o en la cuarta dimensión,y ocurre mucho más – peligrosísimo en este caso— y difícil de comprender, que el cuerpo mental no está todavía suficien­temente controlado, es solamente un 30% de posibilidades en las personas muy desarrolladas, por lo tanto no podemos hablar de una conciencia mental en la quinta dimensión.

Ahora bien, ustedes me dirán: hay personas que tienen videncia, que oyen voces, que ven cosas, yo les digo a ustedes que éste es un fenómeno típico de las razas aborígenes, me perdonarán, ¿verdad?, porque el perro, el gato, el caballo y otros animales, ven, oyen y tienen cierta significación oculta con el mundo astral. Sin embargo nosotros que constituimos unas unidades avanzadas de la raza aria hemos perdido por completo estos poderes. ¿Por qué? Porque hemos tenido que desarrollar el centro Ajna, el centro del entrecejo, o sea el centro que nos permite pensar, recordar y finalmente con el tiempo, intuir las razones. Cuando esto se desarrolle. entonces veremos a través de un ojo que está situado entre estos dos que conocemos: el tercer ojo ¿verdad?, y éste entonces, nos dará nociones más exactas de lo que es la quinta dimensión, de lo que es la mente, pero hay que empezar por cons­truir el cuerpo astral y el cuerpo mental, hacerlo más asequible a las fuerzas mentales que provienen del Cosmos; es decir, si va siguiendo el desarrollo de la idea no es difícil de comprender, entonces va siendo el desarrollo de un cuerpo, el cuerpo físico lo tenemos plenamente desarrollado, solamente hay que cualificarle, es decir que a medida que sutilizamos el cuerpo astral a través de la sutilización de los deseos y el cuerpo mental a través de la sutilización de los pensamientos, entonces empezaremos un trabajo de reorganización que será un futuro desarrollo para el cuerpo astral y también para el cuerpo mental.

Se trata de algo que hemos dicho anteriormente en otras palabras, pero el fenómeno de la muerte como que es un fenómeno de la vida tiene su continuidad y naturalmente si ustedes aceptan esta continuidad de la vida tendrán que reconocer que existe un proceso de venida con OTRa experiencia y esto es la reencarnación de los esoteristas a la cual no hago referencia, porque el ser humano suele siempre refugiarse, como último intento, como última escapada de su propio yo, él pasará su experiencia para el día de mañana.

En Barcelona, donde soy bien conocido por estas explicaciones, siempre pongo como condición que para mí la reencarnación para mí  no es motivo de discu­sión porque es algo que he podido comprobar experimentalmente, que la Gran Fraternidad Blanca para mí es una experiencia, por lo tanto fuera de discusión y que, por lo tanto, el problema de la muerte no me afecta porque amo mucho la vida y toda persona que ama mucho la vida forzosa­mente triunfará de la muerte. La muerte como una paralización del ritmo de la vida, no como la desintegración del cuerpo y con esto la desintegración del yo, esto no es posible si aquietamos la evolución de la vida, ¿verdad?

...Pero sÍ puedo decirles, algo que ya dije en Buenos Aires ante una pregunta muy similar y es que cada embajada dentro de un planeta, es realmente la expresión en  aquel planeta de la voluntad de un Logos igual que sucede con los gobiernos de la tierra es decir que nosotros tenemos un gobierno que tiene embajadores en todas las capitales... de los gobiernos

Pregunta: Por la manera de manifestarse para destruir los esquemas que tenemos estructurados, me parece que esto va a llevar a creer en otro esquema.

Respuesta: No si ustedes son inteligentes. No estoy diciendo... primero, usted está confundida. He dicho que se llega a Dios, cada cual según su propio camino y que será perfecto en Dios, según su propio camino, por lo tanto no estoy diciendo que hay que luchar por distintos caminos entre si para poder hallar la plenitud de Dios. Dense cuenta que el proceso de la vida en el hombre es magnificente, pues el hombre es el rey de la Creación y sin embargo, siendo el rey de la creación, es el ser que está más preso de conceptos y detalles, enredado en sus propias redes, que ningún otro ser en la vida de la naturaleza; tenemos por ejemplo la lucha en la selva entre los animales salvajes que se devoran unos a otros siguiendo la ley cíclica, pero aquí nos estamos devorando no según una ley cíclica, sino según el imperio del egoísmo que atenaza nuestra mente y corazón y parte de este egoísmo está circunscripto en el área de algunas estructuras. ¿Acaso el proselitismo no es una forma de crear una estructura? Les estoy diciendo siempre: Hay que desmitificar toda estructura e incluso todos los líderes que crearon estructuras para que el hombre no siga siempre a otra persona, a otro ser, que se siga a sí mismo  y esto no es crear una nueva estructura y un nuevo concepto estructural sino decirles: Tú eres Dios, búscate en ti mismo. Esto es fácil de comprender y cada cual va a buscar según esté como cuerpo, como emoción como cuerpo . Dios está en la base de todo, como la savia está en la raíz del árbol y alimenta cada una de sus hojas y, sin embargo, todas las hojas son distintas, no hay ninguna hoja igual en el árbol. ¿Por qué? Porque cada cual sigue el camino de su propia estructura, pero la savia –DIOS—­ siempre es la misma. Dicho de otra manera, ¿podemos vivir tan intensa y conscientemente que podamos vivir como una hojita alimentada por la savia de Dios, sin anteponer su forma, su virtualismo o su singularidad contra la singularidad de las otras hojas del árbol? Este es el gran problema de la época, es el problema con el cual he iniciado esta pequeña disertación de hoy, estamos aquí precisamente para evitar que la  hoja del árbol luche contra otra hoja del mismo árbol, que nos demos cuenta que estamos luchan­do –sin darnos cuenta— a través de una estructura. Yo no creo otra estructura con mis palabras, es en todo caso ser incorrectamente comprendido, estoy diciendo que hay que buscar la unidad que está en la vida de todo ser huma­no, sea cual fuere su condición, sea cual fuere su singularidad, lo que hago preci­samente es que el hombre desarrolle su propia singularidad hasta llegar a Dios porque como les decía, somos la Verdad, somos el Camino, somos la Vida. Y esto es esencial, que nos demos cuenta de que somos esto en realidad y que, por lo tanto, si nos damos cuenta ya no lucharemos jamás por motivos de estructuración, porque nuestra singularidad será tan perfecta que a través de esta singularidad perfecta revelará el Espíritu de Dios, es múltiple en su manifestación aunque Uno en su naturaleza esenciaI.

Pregunta: ¿Podríamos decir de que Dios es el gran cerebro y que nosotros somos sus miembros y que debemos perfeccionar Su Obra?

Respuesta: Exactamente. Somos células del cuerpo de Dios, y por lo tanto en la medida que las células funcionen el cerebro de Dios funcionará más perfectamente, esta es la Ley de la propia singularidad. Lo mismo puede ser dicho con respecto a las células de nuestro cuerpo, se han hecho rebeldes a la actividad del pensador; en el caso de una enfermedad hay, una rebelión de las células y nosotros somos Dios y nos sentimos conturbados por esta rebelión de las células; sin embargo, con el tiempo, a medida que existe este proceso de reconocimiento de Dios a través de cada estructura corporal habrá también una redención celular y convertiremos cada célula en Luz como hacen los Maestros, ¿verdad? Este es el gran proceso que estamos tratando de llevar a cabo: convertir en Luz cada una de las células de nues­tro cuerpo, es un fenómeno físico‑místico de la redención explicado científica­mente. Hasta aquí la redención es algo que solamente corresponde al alma. No es el compuesto celular el que debe ser redimido, el Alma que es una proyección de Dios ya está redimida en su esencia, llamándole Yo Superior o Yo Inmortal, es decir que las tendencias de la época son siempre tratar de ajustar células al principio divino; en unas épocas esto se hace muy plena y ricamente y en otras se pierde este contacto, se altera, se desorganiza; la enfermedad del cuerpo físico es una guerra destructora creada por los hombres dentro del gran cuerpo de Dios, de ahí nuestra responsabilidad del sufrimiento que engendramos en la Vida Divina seguramente. Porque El nos ha dado algo maravilloso que es parte de Su Vida para que seamos conscien­tes de Su Obra y nosotros utilizamos la técnica de que El nos ha impuesto para crear las armas con las cuales nos estamos matando esto es un sufrimiento a la Vida de Dios, este es el punto de responsabilidad que quizás nos haga más responsables con respecto a nuestra actividad mental, emocional o física.

¿Podemos hacer juntos un momento de silencio, por favor?






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